«Mi hermana no habla mucho. Solo conmigo, en susurros y si estamos solas, que es casi siempre. Yo cuido de ella desde que mi madre nos escondió en este bosque perdido, sin luz y sin agua corriente. Porque mi padre, al que casi no recuerdo, no es buena persona. ¿Y mi madre? Aparece de vez en...
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«Mi hermana no habla mucho. Solo conmigo, en susurros y si estamos solas, que es casi siempre. Yo cuido de ella desde que mi madre nos escondió en este bosque perdido, sin luz y sin agua corriente. Porque mi padre, al que casi no recuerdo, no es buena persona.
¿Y mi madre? Aparece de vez en cuando con bolsas de comida, pero lleva más de un mes sin dar señales de vida. Así que nos tenemos que apañar con lo que hay. Ya habré aprendido unas cien formas diferentes de preparar las judías. Secas o de lata. Judías cocidas, judías pintas, judías rojas…
Aunque sea una ruina, esta caravana es nuestra casa y aquí nos tenemos la una a la otra. Solo hemos recibido alguna visita que prefiero no recordar, pero eso mamá lo dejó muy claro: «lo que pasa en el bosque se queda en el bosque».
Ahora mismo estoy muy asustada: hay gente ahí fuera. No sé quiénes son, pero saben nuestros nombres. Una cosa está clara: mi madre no ha venido con ellos.
Solo rezo para que no sea él.»
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