No hay arma más poderosa que las palabras14 de julio de 1099. Mientras Jerusalén se prepara para la invasión de los cruzados, un griego convoca una reunión con los jóvenes y los viejos, los hombres y las mujeres de la ciudad. El misterioso hombre, conocido por todos como Copta, no busca unirse a...
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No hay arma más poderosa que las palabras14 de julio de 1099. Mientras Jerusalén se prepara para la invasión de los cruzados, un griego convoca una reunión con los jóvenes y los viejos, los hombres y las mujeres de la ciudad. El misterioso hombre, conocido por todos como Copta, no busca unirse a ninguna religión en particular, pero guarda en su memoria todo lo que ha escuchado para poder transmitirlo a las generaciones futuras. “A partir de mañana, lo que era armonía se transformará en discordia. Lo que era alegría será sustituido por luto. Lo que era paz dará lugar a una guerra”, dijo Copta.“Nadie sabe lo que nos reserva el mañana, porque cada día trae su mal o su bien”, siguió. “Por lo tanto, al preguntar lo que desean saber, olvidarán a las tropas que están allá afuera y el miedo que traen dentro. Nuestro legado no será decir a aquellos que heredarán la tierra lo que sucedió el día de hoy; la historia se encargará de hacerlo. Hablaremos, entonces, de nuestra vida cotidiana, de las dificultades que nos vimos obligados a enfrentar”.Reunidos en la plaza, mientras esperan el ataque enemigo, la gente empieza a preguntar. Le preguntan acerca de los verdaderos enemigos, la derrota, la soledad. Le hacen preguntas sobre la lucha, el cambio, la belleza, el camino a seguir. Y después le preguntan sobre el amor, la lealtad, el destino, el sexo y la elegancia, el miedo, la ansiedad, la sabiduría y lo que aguarda en el futuro —todo esto y más.Y Copta les contestó.Ahora, casi mil años más tarde, las respuestas de este hombre sabio siguen siendo validas, y El manuscrito encontrando en Accra nos muestra los inextinguibles valores que quedan después de que todo ha sido destruido.
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