No hace mucho que empecé a ampliar mis horizontes literarios con autores que hasta hace muy poco me eran completamente ajenos, principalmente por no haber llegado aún a mis tierras, donde la industria editorial te impone y decide por vos qué tenés que leer o al menos qué es lo que ponen a tu alcance en las librerías. Por suerte me fue bien, eligiendo concienzudamente qué adquirir, sobre todo por las complicaciones monetarias, legales e impositivas con las que tengo que lidiar para adquirir cualquier cosa fuera de mi país. Hay determinados temas que siempre llaman mi atención, vengan en la forma de un relato de ciencia ficción, distópico, histórico, contemporáneo, romántico o lo que se les ocurra. No le hago mucho asco a nada, la verdad, siempre que pinche mi curiosidad. De plano, Santuario tenía todas las fichas aseguradas, pero al mismo tiempo me daba cierto temor: una historia que se mete con el devenir de una sociedad donde unos más poderosos invaden, oprimen y relegan a otros que lo son menos, me tocaba muy cerca de casa. Y la duda inicial me hacía pensar que sólo alguien que lo hubiera vivido o tuviera la suficiente empatía como para entender ese tipo de desbalance de poder, podía arribar a construir un buen relato.
En el caso de Santuario, los invasores fueron los relegados a vivir en una isla desolada e inhóspita, donde unas pocas familias se arrogan el derecho de dominar a los suyos, pero la sensación de hastío, opresión, desgano y completa resignación que se palpa a través del libro es absolutamente respetuosa, creíble, real, convincente. agobiante. En el caso de Sudamérica, fue al revés: la invasión de América por parte de los españoles llevó a la aniquilación y casi completa destrucción de culturas aborígenes milenarias que ya existían en estas tierras desde tiempos muy remotos. Nadie descubrió nada. Y este círculo se ha venido repitiendo en nuestro continente a partir de entonces, sobre todo de la mano de sociedades imperiales poderosas, deseosas de hacerse con los tesoros naturales de estas tierras y las posiciones estratégicas de control de los recursos.
No a todos nos produce lo mismo una lectura. De hecho el libro no alude a nada en particular si no a un arquetipo, a un formato que se da y se repite en diferentes momentos históricos, y variados lugares. Pero Santuario, a pesar de tocar temas que para mí son sensibles sobre todo de la mano de quien no lo ha vivido, logra pararse en un lugar de reconocimiento, de respeto y de interés real por los desbalances y las luchas de poder como un todo. No hay malos absolutos ni buenos blanquecinos, sino personajes que se engranan como ejes de una rueda que gira y se lleva todo por delante.
[a:G.B. Gordon|367361|G.B. Gordon|https://d202m5krfqbpi5.cloudfront.net/authors/1347373203p2/367361.jpg] leyó, estudió, miró, observó y saltó con una historia alucinante, opresiva, agobiante, intensa y completamente respetuosa porque se para desde el lugar del oprimido y no del opresor. Pero no sucede lo mismo, creo yo, con muchos de sus lectores. Por ahí leí algunas reseñas de esta obra, donde usuarios simplemente veían a esa isla olvidada como "algún lugar en México"; o a la relación entre opresores y oprimidos como si "Cuba se encontrara con Holanda". O peor, simplemente diciendo que no entendían de ninguna manera lo que estaba sucediendo. Y soy yo la que no es nativa en inglés...Y no, que haga calor, que haya un notorio retraso tecnológico, pobreza y una aparente falta de desarrollo cultural no quiere decir que podamos hacer un paralelismo directo con cualquier país por debajo de EEUU. Que todo esto les resulte ajeno, y pueda leerse como elementos de una "obra de ciencia ficción", es bastante esperable, pero lamento decirles que es factible de encontrar en la realidad. Sólo basta leer un poco.
Como dije, toca fibras sensibles. Pero Gordon sale triunfante. La posibilidad de saber cómo se destrabará lo que el final de la obra deja abierto, me genera una tremenda emoción. Lo único que tengo para recomendarle es que hubiera sido bueno estar más atento a las referencias en castellano. Tiene algunos errores ortográficos, algunos acentos faltantes, ciertos verbos mal conjugados, y sobre todo una mezcla de españolismos, mexicanismos y otros castellanismos que para nuestro oído no combinan. Pero son detalles completamente salvables. Bien por Gordon.