
De lo mejorcito del año. Incluso para mí, que no soy un gran amante de la ciencia ficción, me ha parecido sobresaliente.
La historia: Siglo XXIII. León Miranda, un lingüista con problemas económicos, es reclutado para integrar una expedición a Marte, con el fin de descifrar una especie de monumento jeroglífico (algo así como la piedra Rosetta, pero a lo bruto).
Mezcla algunos elementos de ciencia ficción con el thriller más potente, y le queda un libro espectacular.